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CICATRICES. MÁS ALLÁ DE LA PIEL

Actualizado: 17 oct 2022

Tras una herida (un corte, una quemadura, una cirugía…) se produce un proceso de reparación, no solo en el lugar de la piel que vemos, sino en toda la profundidad que haya alcanzado la herida.

En una herida quirúrgica la cicatriz llegará desde la incisión en la piel hasta la zona intervenida, atravesando cada plano de tejido que sea necesario.

Por ello, la cicatrización afectará a todos estos planos generando adherencias.

Las adherencias son depósitos de tejido fibroso que se forman como respuesta inflamatoria natural al daño tisular.


Estas bandas de tejido cicatricial se producen sobre el sistema fascial impidiendo que los tejidos dispuestos en los distintos niveles puedan deslizarse entre sí y disponer de una correcta movilidad, alterando con ello su función.


Para entender realmente la repercusión de estas adherencias en el organismo debemos conocer el sistema fascial.


La fascia es una estructura de tejido conectivo muy resistente que se extiende por todo el cuerpo como una red tridimensional.

Es de apariencia membranosa y conecta y envuelve todas las estructuras corporales.

Da soporte, protección y forma al organismo. Constituye el material de envoltorio y aislamiento de las estructuras profundas del cuerpo.


Todo está separado, pero conectado a la vez a través de la fascia.

(Para poder visualizarlo piensa en los gajos de una naranja, la parte blanca de envuelve su jugo, sus lobulillos, como están separados en diferentes niveles y unidos al mismo tiempo).


Este sistema de fascias está caracterizado por una gran capacidad de deslizamiento y desplazamiento.


El sistema fascial sano y equilibrado, asegura un movimiento de amplitud libre y sincronizado, mientras que un sistema restringido y adherido imposibilita la libre ejecución de movimiento.

Podemos sospechar que nuestra cicatriz ha generado adherencias si notamos síntomas como:

  • Cambios en su sensibilidad (aumento o falta de sensibilidad en la zona de la cicatriz o alrededor).

  • Tirantez o falta de elasticidad.

  • Sensación de restricción que impide poder realizar el movimiento con libertad.

Las adherencias pueden unir órganos a otras estructuras afectando a su biomecánica, pudiendo disminuir la movilidad y la función visceral, su inervación, su irrigación y su drenaje.



Las adherencias pélvicas y ginecológicas pueden producir dolor abdomino-pélvico, dolor durante el orgasmo, dolor en la vagina, dolor menstrual, estreñimiento, náuseas, acumulación de gases… Pueden estar involucradas en la fisiopatologia de endometriosis, vejiga dolorosa, obstrucción intestinal, infertilidad funcional…


Las cicatrices siempre deben valorarse, aun si son muy antiguas, examinar su estado, su capacidad tensil, su repercusión sobre el sistema fascial y con él sobre el resto de estructuras corporales, la relación con la clínica del paciente y en qué medida existe afectación sobre la funcionalidad visceral, su inervación, su irrigación y su drenaje.


En consulta combinamos la valoración y el tratamiento osteopático con terapia de inducción miofascial en el abordaje de las adherencias y sus consecuencias.

La inducción miofascial es un proceso simultáneo de evaluación y tratamiento, en el que, a través de movimientos y presiones sostenidas, aplicadas en todo el sistema fascial, se busca la liberación de las restricciones del sistema miofascial, con el fin de recuperar el equilibrio funcional del cuerpo.






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