OBSTRUCCIÓN DEL CONDUCTO LAGRIMAL
La obstrucción del conducto lagrimal afecta entre el 6% y el 15% de los recién nacidos a término.
Esta obstrucción suele resolverse de forma espontánea a lo largo del primer año de vida en el 90% de los casos.
Aún así, se debe tratar de forma precoz ya que el riesgo de infección ocular es muy alto.
En algunos casos la obstrucción se encuentra a nivel de la válvula que conecta el saco lagrimal con la cavidad nasal, ya que por inmadurez en el desarrollo mantiene una membrana que no permite el paso de la lágrima. Esta obstrucción puede ser parcial o total.
En otros casos existe una estenosis o estrechamiento del conducto que puede ser consecuencia de las presiones a las que se ha sometido el cráneo del bebé durante el parto.
La obstrucción es congénita, pero suele manifestarse a partir de la segunda semana de vida. El principal síntoma es un lagrimeo constante. Las lágrimas no pueden drenar a la cavidad nasal, rebosan los ojos y resbalan por la mejilla. En ocasiones se acumulan y se crean legañas, sobretodo tras unas horas de sueño.
El tratamiento osteopático tiene objetivo liberar el conducto para que las lágrimas puedan fluir de manera fisiológica hacia la cavidad nasal. Para ello se utilizan técnicas manuales suaves y no invasivas sobre las estructuras relacionadas con el conducto. Además se valora la posible inflamación de las vías lagrimales y se actua sobre la inervación glandular que controla la producción de las lágrimas.

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